Con el cierre oficial de los cómputos distritales de la elección federal del pasado 6 de junio. El INE confirmó que estas elecciones no sólo marcaron una pauta al ser en las que se eligió la mayor cantidad de cargos de elección popular en la historia de nuestro país, sino por el gran avance que ha tenido la participación de las mujeres en los procesos electorales.
De esta forma la Cámara de Diputados será integrada a partir de septiembre por 246 mujeres, un 1% más respecto a las que fueron elegidas en 2018. Además, 60 personas de grupos con capacidades distintas, migrantes mexicanos, de la comunidad LGBTTTIQ y afromexicanos, serán diputados federales. Otro dato que resulta relevante destacar es que por primera vez en nuestro país habrá siete mujeres Gobernadoras, además de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Ahora bien, aunque este cambio en la conformación de los cargos de elección popular es histórico, es imprescindible ir más allá en nuestra reflexión. La participación de la mujer en cada vez más espacios de toma de decisiones. ¿Se traducirá en cambios trascendentales en la forma de hacer gobierno o legislar? en la legislación de la cámara baja y en los Estados que serán gobernados por mujeres?
Lo anterior será responsabilidad de quienes ocupen esos cargos, hay mucho que se puede hacer. Para empezar, es necesario enfocar la agenda hacia ciertos temas que anteriormente han sido relegados. Y de acuerdo con un artículo titulado Círculos Virtuosos en la Representación Política Local de Mujeres en Chile, de la Academia de Estudios de Género del Colegio de México, la presencia de mujeres en cargos de elección popular se asocia a la aparición de círculos virtuosos en la medida que su desempeño ayuda a derribar estereotipos que limitan el acceso de mujeres a dichos cargos. Es decir, se favorece el foco en políticas públicas que procuren la igualdad de condiciones para la inserción de mujeres en esos ámbitos. Solo así, se corregirá la desigualdad desde raíz.
Las mujeres mexicanas necesitamos atrevernos, salir de nuestra zona de confort y actuar con sororidad hacia otras mujeres; necesitamos más aliadas, más modelos a seguir, hacer equipo y aprender de nuestras diferencias. Unidas llegamos más lejos apoyándonos, escuchándonos y aprendiendo de nuestros errores.
Debemos seguir luchando junto con otras mujeres en contra de acciones, normas, culturas y estructuras que perpetúan esquemas de desigualdad e injusticia, para consolidar espacios de sororidad que se traduzcan en sociedades más justas, favorecer que todas las personas podamos vivir la experiencia humana en plenitud y con dignidad. Viviremos en un país realmente igualitario, cuando este tipo de datos dejen de ser noticia, y se vuelva una cotidianeidad la participación de mujeres y de grupos vulnerables en todos los ámbitos y todos los niveles.
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