El 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de la lista de padecimientos psiquiátricos, con esto los tratamientos encaminados a curarla quedaron sin razón de existir. Sin embargo, a más de 3 décadas se siguen realizando procedimientos para intentar modificar la preferencia sexual de las personas y tratando a la homosexualidad como una condición que hay que combatir. Estos procedimientos son llamados Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género (ECOSIG) y son ofrecidos por centros y clínicas que muchas veces operan en la informalidad ya que no cuentan con permisos de ninguna autoridad sanitaria.
Los ECOSIG atentan contra la integridad física y emocional de las personas así como contra su libertad. Es necesario reflexionar acerca de la realidad que viven quienes no son aceptados en sus familias o en sus comunidades y que están siendo sometidos a medidas que pasan por la medicación forzada, la privación de la libertad, la coerción e incluso electroshocks, exorcismos y ataques sexuales. Estas acciones no tienen un sustento científico y son basadas solamente en creencias y prejuicios en su mayoría religiosos y culturales.
Los derechos humanos de las personas sometidas a ECOSIG son violentados; no existe igualdad cuando no hay aceptación y no se está combatiendo la discriminación mientras permitamos que la orientación sexual o la identidad de género sea dictada de acuerdo a opiniones de externos y se le continue considerando una patología.
Ante esta falta de garantías a derechos fundamentales, senadoras de distintos grupos parlamentarios, hemos propuesto prohibir los ECOSIG y sancionar sus prácticas, enfatizando que dichas sanciones deben ser más grandes cuando las víctimas pertenezcan a sectores vulnerables como menores de edad, personas con discapacidad o adultos mayores. En México, únicamente el Estado de México y la Ciudad de México sancionan la práctica de ECOSIG.
Es un deber de los gobiernos asegurar el trato digno y respetuoso hacia todas las personas con las herramientas que cuenta, como la modificación de leyes, adaptaciones de las políticas públicas y el fomento a una cultura de entendimiento de la diversidad humana. Ninguna persona debe padecer maltrato, discriminación y desigualdades por ser quienes quieran ser o amar a quienes quieran amar.
La homosexualidad y la identidad de género no son una enfermedad. No hay nada que curar.
Quiero expresar mi más grande reconocimiento a Yaaj México y a It Gets Better por su lucha y alzar la voz por los derechos LGBT+, así como a Genaro Lozano, por su activismo y su compromiso para que ninguna persona tenga que padecer jamás un ECOSIG.
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