Las niñas deben empezar por dejar de lado las creencias de que tienen que nacer sabiendo todo, deben estudiar y adquirir las habilidades para cumplir sus metas
Nunca antes, la humanidad había tenido al alcance tanta tecnología con capacidad de potenciar nuestras facultades humanas y de resolver los grandes problemas sociales, económicos y medioambientales, como ahora. Estamos viviendo la cuarta revolución o WEB 3.0.
El mundo como lo conocemos está cambiando, la democratización, descentralización, cómputo cuántico, blockchain, tokens, e inteligencia artificial serán integrados a nuestra vida diaria. Históricamente, la participación de las mujeres en la ciencia, tecnología, ingenierías y matemáticas —conocidas como carreras STEM— ha sido limitada.
Sin embargo, si utilizamos esta revolución tecnológica para reducir la brecha de género, nuestra generación tiene la posibilidad de crear un presente y futuro distinto para las mujeres y la humanidad. A lo largo de los años, las mujeres hemos enfrentado barreras culturales y sociales, así como prejuicios de género que limitan el acceso a la educación y al desarrollo profesional en estas áreas.
La ONU señaló que sólo 3 de cada 10 investigadores en el mundo son mujeres, 3% en el campo de tecnología y 24% en el campo de informática. Un estudio de la Universidad de Stanford analizó 133 sistemas de Inteligencia Artificial y encontró que casi la mitad de ellos presentan sesgos de género, y es que 85% de estos desarrollos están hechos por hombres.
Estos sesgos pueden estigmatizar y marginar aún más a las mujeres y nos ponen en peligro de quedar fuera en los ámbitos de la vida económica, política y social. Incluso, pueden revertir algunos de los progresos que se han logrado en igualdad de género. Las mujeres tienen mayor probabilidad de verse desplazadas por la automatización del trabajo.
El enfoque para lograr la equidad y la representación es sistémico, pero el mayor de los retos y de mayor impacto es la educación y capacitación. Al hablar de barreras en la educación no es sólo pensar en recursos, becas, transporte o instalaciones, debemos considerar cambiar la cultura y las creencias. Bien
lo dijo Katya Echazarreta, la primera mujer mexicana en viajar al espacio, las niñas deben empezar por dejar de lado las creencias de que tienen que nacer sabiendo todo, deben estudiar y adquirir las habilidades para cumplir sus metas.
En México, de acuerdo con la OCDE, tenemos una de las mayores proporciones de estudiantes que ingresan a la educación superior que eligen áreas STEM (IVAI, 2023). Sólo 3 de cada 10 mujeres trabajan en estas áreas (IMCO, 2022) y la brecha salarial es enorme, por cada 100 pesos que gana un hombre en STEM, una mujer gana 80.
Es urgente que México implemente acciones en todos los niveles de gobierno para apoyar a mujeres como Katya, que tienen el potencial de cambiar a nuestro país y el mundo. Por ello, el 11 de mayo se firmó el Convenio para Promover la Participación de Niñas, Jóvenes y Mujeres en la Ciencia. Este tiene como objetivo promover la participación en la capacitación, formación y promoción relacionada con la investigación espacial y los viajes al espacio.
La importancia de este convenio radica en la promoción y reconocimiento de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en el desarrollo científico. Además, destaca el impacto de la tecnología espacial en la vida humana y el medio ambiente. Reconozco los esfuerzos de la cancillería, de mis compañeras y compañeros legisladores y de quienes han hecho posible realizar este convenio, un gran paso hacia romper el techo de cristal.
Fuente: El Heraldo de México
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