Desde que el ser humano dejó de ser nómada y comenzó a constituir sociedades y civilizaciones, ha dejado huellas de su paso por todo nuestro planeta que ha llegado incluso hasta el espacio exterior.
Antes de ello, en la naturaleza no existía la basura, ya que durante millones de años generó un ciclo de aprovechamiento natural. Esta clase de ciclo es aquel en el que todos los elementos que se desechan cumplen una función que de manera continua o acumulativa, se transforman en otros componentes o en precursores de nuevos elementos que son reutilizados por la misma naturaleza para mantener la vida en este planeta.
Si aprendemos del modelo cíclico de la naturaleza, con ayuda de las nuevas tecnologías y el conocimiento, podemos generar un sistema de aprovechamiento eficiente de recursos basado en la reducción de los residuos y en la reutilización de los elementos que por sus propiedades no pueden volver al medio ambiente. A este modelo cíclico de producción y consumo se le ha denominado Economía Circular.
La economía circular aboga por utilizar la mayor parte de materiales biodegradables posibles en la fabricación de bienes de consumo para que éstos puedan volver a la naturaleza sin causar daños medioambientales al agotar su vida útil. En el caso de componentes electrónicos, metálicos y baterías, facilita un desacople sencillo para darle una nueva vida reincorporándolos al ciclo de producción.
¿Producir, usar y tirar? No, se trata de reducir, reparar y reciclar. Por ello, tenemos que diseñar políticas públicas que, de la mano con el aprovechamiento de las nuevas tecnologías y nuevos procesos de producción, a transitemos a un modelo de economía circular donde reduzcamos al máximo los residuos y hagamos más eficiente la producción de nuevos productos de consumo.
La Economía Circular puede ser una realidad. Y es por ello, que de forma conjunta a diversos senadorxs de diversas fuerzas políticas, organizaciones de la sociedad civil, ambientalistas y ciudadanxs, me sumé a una iniciativa de ley para regular y evitar la generación de residuos, fragmentos y partículas residuales que impactan negativamente al medio ambiente y la salud.
Esta iniciativa es parte de mi compromiso de impulsar acciones legislativas contundentes que ayuden a transformar la forma en la que pensamos nuestras economías para hacerlas sustentables, socialmente justas y más humanas con todos los seres vivos del planeta.
El año pasado, el secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó que hoy "hay más microplásticos en los mares del planeta, que estrellas en nuestra galaxia”. Más plástico que estrellas. Esta declaración debe llamarnos a una profunda reflexión sobre la forma en que hemos construido nuestras civilizaciones y a emprender acciones colectivas para salvar al planeta. No hacerlo es jugar en contra de nuestra supervivencia y la de las generaciones que vienen.
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