La respuesta, desde mi punto de vista, está en la democracia
Como dijo el filósofo Nick Bostrom, autor de "Superintelligence: Paths, Dangers, Strategies", "La Inteligencia Artificial (IA) no es una amenaza para la humanidad. Es una oportunidad para que la humanidad alcance su máximo potencial." Esta tecnología emergente definirá nuestro futuro de muchas formas y ante este panorama no podemos sino preguntarnos: ¿Cómo podemos garantizar que la IA beneficie a la sociedad en su conjunto y no solo a unos pocos?
La respuesta, desde mi punto de vista, está en la democracia. La democracia, como sistema de gobierno basado en la participación y el consenso de la sociedad, ofrece un marco ideal para garantizar que la IA se desarrolle y se use de manera responsable, ética y transparente.
Por un lado, la IA puede fortalecer la democracia al mejorar la transparencia y la rendición de cuentas de las instituciones públicas. Por ejemplo, pensemos en un sistema de IA que monitorea automáticamente el gasto público y detecta posibles casos de corrupción. O un chatbot que facilita el acceso a la información pública y permite a los ciudadanos interactuar con el gobierno de manera más efectiva. La IA tiene el potencial de resolver algunos de nuestros problemas más urgentes.
Por otro lado, la democracia puede ayudar a prevenir los riesgos asociados con la IA. Pensemos en los sesgos algorítmicos, la discriminación automatizada o la vigilancia masiva. La participación activa multisectorial en la toma de decisiones sobre la IA, junto con la implementación de mecanismos de control y regulación, son fundamentales para evitar que estas tecnologías se conviertan en una amenaza para la libertad y la igualdad.
Incluso, el Secretario General de la ONU, António Guterres, durante el Foro Económico Mundial en Davos, hizo un llamado para generar esfuerzos multi-stakeholder y desarrollar un modelo de gobernanza que se encuentre interconectado y sea adaptable a cada país. En México, este modelo de gobernanza en donde los tres niveles de gobierno, organismos autónomos, academia, iniciativa privada y sociedad civil, están trabajando de la mano para garantizar el uso y desarrollo ético y responsable de la IA, es la Alianza Nacional de Inteligencia Artificial (ANIA).
En ese sentido, estamos trabajando en dos frentes para lograr esta alianza entre democracia e IA:
Democratizar la IA: Hacer más accesible y comprensible LA IA para el público en general, los modelos Open Source AI (IA de código abierto) son un gran ejemplo de cómo podemos democratizar la IA al hacerla más accesible, transparente e inclusiva para todos. Otra forma es a través de la educación para que las personas puedan entender cómo funciona esta tecnología y puedan participar en las decisiones sobre su desarrollo y uso.
Implementar mecanismos de control democrático: Es necesario establecer marcos legales y regulatorios que garanticen el uso responsable de la IA. Estos marcos deben basarse en principios como la transparencia, la rendición de cuentas, la ética y la participación ciudadana.
Definitivamente, la IA y la democracia no son fuerzas opuestas. Todo lo contrario, se necesitan una a la otra para construir un futuro mejor. La IA puede fortalecer la democracia, y la democracia puede guiar y orientar a la IA hacia un desarrollo responsable y que beneficie a todos.
El futuro está en nuestras manos. Tenemos la oportunidad histórica de construir una sociedad en la que la IA se use para crear un presente y futuro distinto para la humanidad entera, en lugar de que sea una amenaza para la libertad y la igualdad. La clave para lograrlo es la participación activa de la ciudadanía en la toma de decisiones sobre la IA. La IA y la democracia son aliadas necesarias para construir un futuro mejor.
Fuente: El Heraldo de México
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