Todos los días consumimos, leemos y replicamos una vorágine de información relacionada con el #COVID-19: audios, gráficas, reportes y hasta memes. No cabe duda de que esta situación es un parteaguas para todos los que vivimos en este momento. Poco a poco, la configuración del mundo y de cómo funciona, empiezan a cambiar, no solo física sino virtualmente.
Recientemente, se publicó un reporte de la Europol, Oficina Europea de Policía, en el que se analizan los cambios en materia de cibercrímenes que derivan del confinamiento en Europa, como consecuencia por la pandemia por COVID-19.
Estos días, es probable que como consecuencia de las medidas de confinamiento en México, alcancemos un nuevo récord de personas conectadas a internet desde sus hogares. Actualmente, en Europa el tráfico en línea es tal que la velocidad de navegación en Internet se ha visto disminuida. Ya no solo se utiliza el internet para leer noticias, nos hemos acercado aún más a nuestros seres queridos por videoconferencias y tratamos de despejarnos con series y películas en línea.
Desgraciadamente, ese tráfico también involucra actividades criminales, que se aprovechan de los cambios que trajo la pandemia del COVID-19, al aumentar el número de víctimas potenciales, según el reporte de la Europol.
Los ciberdelincuentes han intensificado sus actividades. Se aprovechan de la ansiedad y miedos de sus víctimas. Constantemente se lanzan ataques de phishing y ransomware. Incluso se ha visto un desafortunado incremento en la distribución de material de abuso sexual a menores. Además, se ha circulado gran cantidad de fake news que causan más desinformación e interferencia entre la población.
Personas usuarias, organizaciones y gobiernos, somos igualmente vulnerables a estos ataques ya que se propician la falta de confianza en el gobierno y se dificultan acciones coordinadas de salud pública. Lo anterior, desestabiliza y fragmenta nuestra respuesta ante la pandemia y a nuestro mismo tejido social.
Hoy, que estamos pasando por una situación difícil no solo a nivel comunitario sino personal, tenemos que ser muy cuidadosos para evitar caer en esos ataques. Es nuestra responsabilidad como usuarios mantenernos siempre informados y ser precavidos con lo que difundimos. De igual forma, hago un llamado para que organizaciones públicas y privadas implementen respuestas coordinadas de prevención e investigación de las incidencias mencionadas.
No hay que dejar de lado, los esfuerzos de la alerta que implica el reporte de Europol. No vivimos en un mundo aislado y cómo ahí mismo se refiere, debe existir intercambio de información entre agencias de investigación criminal en el plano internacional, conectarlas y compartir información, así como los análisis de operación y servicios forenses, para afrontar esta otra cara de la pandemia del COVID-19.
Las fronteras físicas entre naciones se cierran, pero se están abriendo autopistas de unos y ceros en cada una de nuestras casas. Cuidemos nuestras casas del COVID-19, así como del cibercrimen.
Las situaciones de emergencia siempre ponen al descubierto quiénes somos en realidad y salen a relucir nuestras mejores aptitudes y valores para sobrellevar lo que vivimos. Resulta para muchos una oportunidad de reinventarnos, de afrontar las dificultades de nuevas formas, y de seguir adelante. Busquemos que siga siendo así, en todos los ámbitos de nuestra vida, incluido el virtual.
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